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Fatima Palma: Un día en la vida de una ejecutiva de cuentas

Bip bip bip bip… este es el sonido que me informa cada mañana que empieza un nuevo día. Son las 7:00 y todavía es de noche. Hoy pensaba que salgo prácticamente con el cielo color azabache y cuando vuelvo a casa es igual. Pero no hay tiempo para filosofar, así que… get up!!

Mientras me preparo el primer café del día voy revisando el correo en mi blackberry y… sorpresa!! más de 50 emails en la bandeja de entrada. ¿Cómo es posible?? Apagué el portátil la noche anterior a las 22.30. Será porque cuando eres comercial nunca paras. Mis clientes no tienen horario, por tanto, yo tampoco.

7.30 voy viendo el planning del día en el crm, ¿Cuántas visitas tengo organizadas para el día de hoy?? Si tengo confirmadas 5 visitas debo planear unas 5 más a puerta fría para aprovechar al máximo el día. Siempre hay alguna que te cancelan o que cuando te presentas, resulta que al cliente le ha surgido algo y ha tenido que salir (y por supuesto no te ha avisado). Además estoy sin coche, ¿Qué líneas debo coger para ir a cada reunión? ¿Cuánto tiempo tardo de visita a visita? etc

A las 8.30 de la mañana salgo para la primera visita, siempre me gusta salir con tiempo por cualquier problema que pudiera surgir, además de tomarme el segundo café y estudiar las características del cliente y sus necesidades. Antes se podía estudiar de forma más analítica cada empresa, ahora ha cambiado todo, llama a 30 empresas para que pueda salir 1, sin más.

9.30 me presento en mi primera visita. El cliente está reacio, siempre ven al comercial como un “saca dinero” que le va a intentar embaucar y le venderá algo que no necesita (encantador de serpientes) aunque realmente tu producto y/o servicio sea un valor añadido a su empresa.

Desde esta hora hasta la comida 14:00 ó 15:00 (eso con suerte) corre que te corre entre reunión y reunión, presentación de productos, atiende varias llamadas de clientes con alguna incidencia o duda, tu jefe, algún compañero… EL TIEMPO ES ORO, y cuando eres comercial es “literal”.

15.00 aproximadamente paras a comer algo rápido para que por la tarde no te dé el sopor de una comida pesada. Unas buenas lentejas las dejas para el fin de semana.  Mientras comes una ensalada o sándwich repasas mentalmente como ha ido la mañana y vas haciendo anotaciones en tu agenda (que he hablado con los clientes, qué información tengo que pasar al crm, envío de contratos…).

16.00 entro en la oficina y aprovecho hasta las cinco para pasar toda esta información al crm. Antes valía únicamente con vender y ese era tu objetivo, hoy en día no. De repente… son las 17:00!!! Dios, pero como puede pasar el tiempo tan rápido!!! Bajo a por una infusión (y una chocolatina jeje) y sigues con las llamadas de teléfono por si puedes captar algún cliente nuevo, o consigues hablar con esa persona que nunca se encuentra en la oficina.

Entre llamadas, captación y envío de emails sin darte cuenta son las 19:30 y curiosamente tendrías para seguir tranquilamente 2-3 horas más. Y es lo que hago, pues ahora toca planificar el día siguiente y registrar nuevas empresas potenciales para llamar. A esa hora la oficina está tranquila y te puedes concentrar. No hay mil voces hablando a la vez, el teléfono sonando…

A las 20.30 vuelvo a casa y por supuesto ahí no acaba el día. Mi perrita ya está esperando en la puerta pacientemente. Ya tiene cogido los horarios. La verdad que es como una bocanada de aire fresco, pues siempre me saca una sonrisa.

Una vez terminado los quehaceres  domésticos, que puede ser tranquilamente las 11:00 de la noche cojo el portátil para dejar registrado en el crm, mi gran amigo y enemigo a la vez, lo que no me ha dado tiempo durante el día; visitas, cuenta nuevas, contratos firmados si los hubiera, validaciones… Son parte de los objetivos todos estos datos así que hay que tenerlos al día lo máximo posible. Y por fin… llega el final del día. Mañana más y mejor.

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